ampharou

domingo, mayo 08, 2005

Batallas.

No me gusta discutir. Siempre procuro evitarlo: repliego mis velas aún antes de que comience la batalla. Considero que ya nos complicamos demasiado la vida como para enzarzarme con alguien en un combate dialéctico que no va a llevarnos a ningún sitio, donde nadie va a dar su brazo a torcer y el punto de partida siempre es no dejarnos convencer de otra postura que no sea la nuestra. Pero hay veces que no puedo escapar sin rendir buena lid. Entonces no grito, no me exalto, pero de mi boca salen palabras como látigos que no vienen de mi mente, palabras que no reconocería como mías hasta el momento de pronunciarlas. Casi siempre soy consciente del daño que van produciendo, pero en ese punto lo único que me haría parar es rematar a mi oponente en el suelo con una frase lapidaria. Después, lloro mi victoria, incapaz de pedir perdón.

pensado por ana at 12:22 p. m.

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