ampharou

martes, junio 05, 2007

Rosario.

Aquella residencia entre jardines, saqueos buscando una simple silla. Las noches en La Perola y decenas de despedidas de soltera fingidas. Los cortos de «Spiven Stilberg», horas de Trivial, una pistola de agua y una tarta de chocolate volando por el comedor.

Los siguientes años y los conciertos. Cogollos en la Judería y calamares en Achuri. Un mercedes en correos un domingo de coros. Canciones compartidas, canciones regaladas. Ser las únicas capaces de pedir un café en la calle de la Palma un miércoles de carnaval a las cuatro de la mañana y que nos lo dieran. Zapatos sucios lavados con Fairy, zapatos rotos, carreras descalzas por la calle. El Nano «ioputa» y los globos. Los SMS más surrealistas. Madrugadas de confidencias y el gesto de mafiosa mientras fumabas. Guía por Sevilla de la mano de la reina del barrio, el Hércules, la Alameda. El perro que mordía la pernera de aquel cantante, los premios, «la Caná», el Cano y el Canelo...

Qué difíciles son las despedidas, qué tremendamente difícil que te fueras sin poder decirte adiós, saber que no habrá más vivencias que atesorar, que recuerdos como éstos serán los únicos, que tendré que guardarlos yo sola, que no volverás a estar ahí, sino sólo en el alma de los que te hemos querido.

Ya no hay más lágrimas.

Hoy levanto mi copa por ti.



pensado por ana at 3:33 p. m.

3 Comments:

Qué gran verdad: El Nano «ioputa»

05 junio, 2007 16:01  

Lo siento, Ana. Bonita despedida.

06 junio, 2007 22:36  

Bonito homenaje de despedida. Seguro que lo recoge desde cualquier lugar.

09 junio, 2007 20:20  

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