ampharou

miércoles, septiembre 26, 2007

Café amargo.


En alguna ocasión ya os he contado que todas las mañanas, antes de entrar a trabajar, suelo tomar café en una cafetería que hay justo al lado de la oficina. Creo haberos dicho también que la costumbre de tomarlo allí no obedece, precisamente, a la calidad del café, que parece que, en vez de Alejandro, lo hace José Coronado echándole todos los bifidus activos y las L. cassei inmunitas que pilla.

Pero resulta que hay veces en las que el café es todavía muchísimo peor, y no precisamente por culpa de Alejandro, de Juan Valdés ni de las vacas del valle de los Pedroches. Veces en las que el sorbo se te queda en la boca y no eres capaz de tragarlo y lo único que harías a gusto sería espurrearlo sobre una corbata de seda y una camisa tan impoluta que de ser lienzo sería ofensiva, tan ofensiva casi como la boca inmunda que acaba de hacer gala de un clasismo disfrazado de xenofobia, tan ofensiva como la mezquina mente que concibe esas ideas y que no se compunge precisamente al expresarlas, seguros de que sentarán cátedra, gustosos de oírse a sí mismos y pendientes del efecto que causan sus palabras en lo que ellos piensan público devoto.

Entonces tú tragas el café, dispuesta a que sea lo único que tragues, das un golpecito en la base del obelisco en el que se ha encaramado el sujeto, construido con su propio ego mezclado con engreído convencimiento y abominable juicio. Entonces la máquina se desmorona, y ves que está hecha simplemente de barro. De sucio y vil barro.

pensado por ana at 10:22 p. m.

11 Comments:

Yo ya no escribo más. Eso no vale. Jodía puñetera. No digo más que más que los halagos más de un/a mal pensado/a pensarán que son condicionados.

Eso no vale punyetera.

26 septiembre, 2007 22:30  

Ana, aunque en este relato el café no es más que una excusa, estaría estupendo den Club Café Olé. Si me das tu permiso lo cuelgo allí, o mejor, puedes hacerlo tú misma. El Club está abierto.
Un beso.

27 septiembre, 2007 07:25  

Lo leí esta mañana en el REader... y me encantó.
Ahora he pasado para decírtelo.
Saludos.

27 septiembre, 2007 11:14  

Ya lo publiqué, Ana, te pongo aquí la dirección. Me encantaría que te hicieras socia del Club, :)

http://clubcafeole.blogspot.com/

Un beso.

27 septiembre, 2007 15:04  

Y es que lo mejor de tomar un café es la compañía, pero también puede ser lo peor.

Me encanta como escribes :)

27 septiembre, 2007 17:02  

a mi, como no me gusta el café, pues no tengo que aguantar esas cosas, ya me contarás la barbaridad que has escuchado y de quien...;P...
por cierto, a Pablete le encanta el "atito" del fondo de tu blog...

27 septiembre, 2007 18:38  

Si vivieras en la cuna nazi de España, como yo, esos comentarios te parecerían pura anécdota en comparación con lo que han podido ver mis ojos...

(por cierto, qé bien escrito, Ana)

¡Un abrazo!

27 septiembre, 2007 21:59  

Qué lástima tener que ser tan poco original... qué bien escribiste,expresaste y describiste...sin palabras pero llena de admiración me dejó,Ampharou!
Es bonita hasta la ilustración que acompaña...
Saludos.

27 septiembre, 2007 22:11  

¿Allí es dónde me vas a llevar a tomar café mañana? Tú-lo-que-quiere's-que-me-coma'l-tigre.

27 septiembre, 2007 22:32  

Bueno, qué decir, siempre me ha cautivado tu forma de escribir... te comento además que estoy de vuelta y ahora no pienso retirarme mucho.

Besos

Buitre

28 septiembre, 2007 04:39  

Me ha encantado como lo has descrito Ana, me cuesta creer que haya gente así pero que desgracia para el mundo porque en ecfeto la hay, y no hay nada que siente mejor que ponerlos en su sitio cuando te dan la oportunidad.

Yo le hubiese escupido el café...tengo la excusa de mis náuseas matutinas...

28 septiembre, 2007 10:39  

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