ampharou

martes, octubre 11, 2005

Tormenta.

Todo fue cerrar los ojos y el tiempo se detuvo. Tu rostro frente al mío, tan cerca que no podía respirar, se iba deshaciendo en unas gotas sinuosas y espesas que ascendían a una superficie imposible, imitando a una hipnótica lámpara de lava. Apreté los ojos con fuerza, tanto que me quedé sin ellos, y a través de las órbitas vacías se iba adentrando en mí, como en un suspiro, la oscuridad en la que te habías convertido. Dolía. Las cuencas huecas de mis ojos me dolían mientras tus tinieblas me traspasaban. Detrás de mí, un resplandor cegador. Otro. A los pocos segundos, el cielo se derrumbaba en un estrépito.
Era de noche y había comenzado a llover.
pensado por ana at 1:33 a. m.

4 Comments:

que bella manera de provocar tormentas ;) Es que hay miradas que son como truenos, rayos y centellas.
que disfrutemos todos de la lluvia!

11 octubre, 2005 17:22  

Atormentado !

11 octubre, 2005 19:59  

lluvia? lagrimas? ...

11 octubre, 2005 20:15  

Eso es lo malo de las tormentas: los churretes de rimmel que te dejan por la cara...

12 octubre, 2005 00:51  

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