ampharou

miércoles, abril 05, 2006

Tarde de peluquería.

- Tendrás que esperar un poco, Manoli todavía no ha llegado.

- Ah, no te preocupes, no tengo prisa (voz en off: mierda, me dejé el libro en casa).

Resignación cristiana, me siento y cojo una revista. El Hola. Con lo que hemos avanzado en comunicaciones, y esta revista sigue teniendo el mismo formato que hace ¿treinta años? Absolutamente el mismo, me daría igual estar viendo una de abril de 1.976. Sobre todo cuando llego a las páginas de ‘Ecos de sociedad’. Todo normal, una peluquería es el lugar perfecto para tanta caspa.

Llega mi salvadora, mi peluquera. ¿El mismo color? Claro. Ella lo llama ‘seiscientos dos’. A mí me gusta más el nombre de ‘chocolate’. Charla totalmente trascendente mientras va separando pequeños mechones y pintándolos con el mismo desapego con el que le pondría mantequilla a una tostada. ¿Tu hermana bien? Sí, llega el viernes. Le cuento lo precioso que está mi sobrino y las ganas que tengo de verlo. Mientras, ya ha terminado y me abandona a la fatalidad de la revista un rato más.

Se cumple el tiempo de ‘pose’ y llega el momento de aclarar el pelo. Manoli está totalmente absorta contándole las gracias de su hija a otra clienta y se recrea en el masaje que me está dando mientras me lava el pelo. Sí señor, este es el primer motivo por el que voy a la peluquería. Y es justo lo que necesitaba después de la mañana que he tenido.

Me corta un poco el flequillo y se embadurna las manos con una crema superbrillo que va a terminar en pocos segundos en mi pelo. Definitivamente, tengo que reencarnarme en gato. Toca secador. Con esta melena de leona, desesperación de cuanta peluquera he visitado, ya me he acostumbrado a que la sesión de secado sea a cuatro manos. Segundo motivo: el pelo tan liso y tan brillante que parece que haya sido planchado. Ya sé qué me voy a pedir para Reyes. Al anterior peluquero al que iba, Nolo (vaya, parece condición sine quanon llamarse con cualquier variante del nombre Manuel para ser peluquero) le proponía invariablemente cada vez que iba llevármelo a mi casa para que me peinara cada mañana. No coló. A Manoli todavía no se lo he propuesto. Básicamente, no es mi tipo.


pensado por ana at 10:16 p. m.

5 Comments:

Jjajaja! Por momentos he recordado por qué no voy a la pelu...
Pero también me has hecho abrir los ojos...cuando entro en la pelu, las peluqueras/os se pelean por no tener que atenderme...esta melena rizada hace temblar al más profesioná de los peluqueros :P

Me ha encantao! me has arrancao la sonrisa de la noche :)

Besitos

05 abril, 2006 22:30  

¡Ay! qué días aquellos de la pelu de Nolo, mira que está bueno el chaval. A mi tampoco me hubiera importado llevarmelo a casa como a ti. Un beso

06 abril, 2006 08:04  

Creo que este fin de semana cierto Francisco y yo debatiremos por las excelencias del tal Nolo. Con nuestras largas cabelleras lo visitaremos.

06 abril, 2006 10:56  

¡Dios!, ¿pero qué lleva esa niña en la cabeza? Menos mal que hace años que dejé de ir a esos sitios...

07 abril, 2006 10:41  

Así no me animo a ir, tengo la cabeza como un león con migraña, pero es q estoy desacostumbrao a ir al peluquero. Además recuerdo q te preguntaba, como te pelo? y luego hacia lo q le salia de las pelotas.
Yo desde hace años me empecé a rapar con maquina, al cabo de unos años me deje palo largo y tanto, que casi me llegó al fin de la espalda, q no el culo, pero lo tenía rizao y subía un poco, luego me rapé un par de veces, y cogí soltura con la maquina y me pelaba yo mismo como quería. pero se me ha ido, con la pereza un poco la mano y lo tengo demasiado largo para poderme meter maquina y hacerme algo q me guste, no el simple rapao. Pero ire a que me pongan los fusibles esos, seguro q vale un pastón

10 abril, 2006 02:31  

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