ampharou

miércoles, octubre 11, 2006

Muñeca de trapo.






Todavía podía recordar los días en que ella era la muñequita más linda del lugar. Los días en los que, ondeando su melena de lana roja, hacía volverse a los soldaditos de plomo al pasar, los osos de peluche la admiraban y escuchaba el murmullo envidioso de las muñecas de recortable cuando ella aparecía. Incluso hubo una vez que un maquinista de un tren mecánico llegó a enviarle alguna carta de amor desesperada.

Ahora, algunas veces todavía se sentía así. Justo hasta que se cruzaba con su propio reflejo que le recordaba que el tiempo no perdona. Por eso temía a los espejos, por eso huía de cualquier cristal que fuera capaz de retener su imagen por un instante. Cuando sucedía que no podía evitarlo, se veía allí, paralizada entonces, como a través de un grotesco espejo de feria que le devolvía la imagen deformada de lo que fue, la imagen real de lo que era: los botones negros de sus ojos habían perdido su brillo y el hilo rojo que le pespunteaba la boca se había vuelto tan pálido que muchas veces apenas se podía distinguir si sonreía o lloraba. Las hebras de su pelo también habían ido perdiendo el color, haciéndose tan claro en algunos mechones que se podría decir que había encanecido, como si de una criatura humana se tratara.

La tela que era su piel había cedido tanto que ya era incapaz de mantener prieto el serrín en su sitio, por lo que se le acumulaba en los tobillos dándole un aspecto ridículo. Incluso más de una vez había tenido que sentarse en cualquier lado y sacar su pequeño costurero, que ahora ya llevaba siempre encima, por la necesidad de remendar alguna costura en sus piernas que evitase la pérdida del relleno.

Sí, recordaba todavía aquellos días de los que se iba alejando, arrastrando, poquito a poco, sus pies de trapo.

La imagen, de http://ramosdiaz.com/


pensado por ana at 3:37 p. m.

11 Comments:

y tan abstraída, tan abstraída estaba que no se daba cuenta que los soldaditos de plomo seguían girando sus cabezas cuando ella pasaba
;)

11 octubre, 2006 18:00  

lAS MUÑECAS TAMBIÉN SE HACEN VIEJAS.Es que las cosas tienden a parecerse a su dueño y también acusan el paso del tiempo. Pero como lo dices tan lindo, parece que ella es la viejita y tu la niña.
Pues un besito niña bonita.

11 octubre, 2006 19:29  

Pero aunque pase el tiempo, las seguimos queriendo igual o incluso más, ya que nos ha acompañado y vivido con nosotros muchos momentos.

EL libro por ahora me está gustando, aunque debo reconocer que al principio me costó un poco meterme en la historia. Según avanzo se va poniendo más interesante.

12 octubre, 2006 01:35  

Molan las ilustraciones de Alejandro.

12 octubre, 2006 10:16  

Quizás sea hora de acudir a una buena costurera a darse unos retoquitos. Ya sabes, una serrino-succión por aquí, unos implantes de trapo por allá...

12 octubre, 2006 11:17  

Qué belleza... Siempre me han atraído los cuentos de muñecas. Tienen un encanto especial, del que es difícil escapar.

12 octubre, 2006 17:56  

las muñecas de trapo no tienen serrín...éstas, las que tu dices, son con aire y se van desinflando...
un beso
laura

12 octubre, 2006 21:15  

En fin...es impresionante :)
Sabes? perdí la cuenta de las veces qeu me despertaba en mitad de la noche cuando era niña para ver a mis muñecos cobrar vida.
Nunca llegué a verlo, pero sigo convencida de que así era ;)

besitos

12 octubre, 2006 22:40  

ains... las muñecas de trapo... a veces las saco de su olvido para devolverles su lugar... sabes lo que me sorprende? que nunca pierden su dulzura... como tu preciosa!!
miles de besitos!!

12 octubre, 2006 22:54  

Pobrecita, vivir siempre lo que fué es perderse lo que le queda. Unos remiendo, un poquito de pegamento por aquí y allí y a lucir esa sonrisa Mona Lisa.
Besete.

19 octubre, 2006 12:45  

muy bueno tu texto, los muñecos siempre agarran personalidad con el tiempo,
grácias por usar la imágen que asu vez ilustra un poema hecho con mi mujer.
saludos

30 octubre, 2006 04:29  

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