ampharou
domingo, octubre 01, 2006
Reverso II.
Le besó la punta del dedo índice, cogió el mechero y el móvil de encima de la mesa y se acercó a la barra a pagar los cafés. Ella lo vio salir por la puerta de la cafetería mientras llamaba a la camarera y pedía otro té.
Encendió otro cigarrillo por si el humo le aclaraba las ideas. No le gustaba discutir. No sabía hacerlo. Admiraba a aquellos que eran capaces de enzarzarse en una disputa dialéctica y asaetear al oponente con frases claras y precisas, en un auténtico duelo de caballeros, pronunciando y recibiendo tan acertados parlamentos que podían dar por concluido el debate sin la deshonrosa sensación de haber perdido nada por el camino. Pero ella no. Ella había sido de las que ante la retahíla de reproches de cualquiera que hubiese sido su contrincante, se replegaba y huía, literalmente. Cuántas veces, en el fragor de una disputa, se había quedado absolutamente muda, se había dado la vuelta y había deseado que la tierra la tragase. El silencio había sido su escudo, pero también su mal, porque callar significaba tragar, y tragar significaba rumiar hasta morir... o hasta explotar.
Y así había sido, hasta el día que se encontró tan abatida y tan llena de rencor sin salida que marcó un punto de inflexión en su forma de actuar. De un extremo a otro, se había convertido en la nueva acólita reverenciadora de la idea de que las diferencias, si se dejan enfriar, terminan por enquistarse y ser un mal mayor. Pero la oratoria seguía sin ser su fuerte, ni siquiera para agradar, tanto más para discutir. Había pasado de dar la callada por respuesta a ser una auténtica máquina de vomitar reproches, mezclando presentes, pasados y futuros sin otro hilo conductor que no fuera su propia rabia.
«Ahora merece la pena aprender». Recordó que alguien una vez le aconsejó no acostarse nunca enfadada y agradeció la tregua que él le había dado. Recogió las compras y salió a su vez de la cafetería. Tal vez le diera tiempo de preparar algo ligero para cenar y ponerse cómoda antes de que él regresase.
7 Comments:
Siempre estás creando cosas nuevas e imaginativas.
¿Será por eso que me gusta venir por aquí? sin duda...
"merece la pena aprender" con tus escritos.
Bss
Pues yo si discuto me cuesta mucho quedarme dentro con lo que quiero decir, prefiero sacarlo fuera, no se me vayan a enquistar las palabras...
Tu texto una belleza.
Me ha gustado la escena como comienza con ese beso en el índice y esa evolución de la protagonista en pocas letras. Un besote paisana.
Eva, el cuadro es de Edward Hopper, por si te da pistas.
Búcaro, no sabía que éramos paisanos!!
Muchas gracias a todos por venir. El anverso viene del reverso del cero coma, del que partió la iniciativa. El link, en el título.
Besazos.
Ahora sí que he pillado la historia después de leer las otras.
En determinadas ocasiones, es mjor no discutir y dejar que pase la menta porque al final si se discute mucho, sólo se consigue malgasto de esfuerzo y tiempo.
Pues yo que soy un discutidor profesional, me daja mucha desazón tu artículo. Los discutidores hacemos cualquier cosa porque alguien acepte el desafio, de no ser así, el que pierde por el camino es el discutidor al no tener con quién.
O sea que tu no eres la que pierde, sio el discutidor que se queda sin ponente
Yo hubo un tiempo en que discutía y se me daba bien, muchas veces me llevaba el gato al agua, y quizás cedía más que avanzaba, pero eso es parte de mi.Llegó un momento en que las discusiones se repetían una y otra vez. Cada batalla sólo era una prórroga al siguiente enfrentamiento.
Acabé con las discusiones y no se me pudrió el odio por dentro, el cansancio de pelear una y otra vez inutilemente había acabado con toda la rabia, con cualquier motivo por el que luchar. Todo había sido una gran derrota.
Besos.
p.d.: Bonita tu página otoñal, pero me gusta más el mar :)
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