ampharou

martes, noviembre 28, 2006

Mirada.



¿Basta una mirada?

A mí me bastan tus ojos, cuando jugamos al cíclope, para entregarme a tus brazos y, con la respiración entrecortada, sentir tu aliento en mi cuello y tus manos bajando por mi espalda.

Me basta mirarte para que me devuelvas tus ojos limpios y la piel del deseo. Me dices que te deshaces y eso es lo que busco, lograr deshacerte para recoger entre mis manos, como copa consagrada, todas las gotas de ti que guardaré como el más preciado licor, para beberte cuando estés lejos, para seguir bañándome en tu sonrisa cuando no estés aquí, para que mi cuerpo se estremezca con tus caricias cuando sólo pueda oír tu voz. Esencia de ti mismo recogida como rocío en madrugadas de besos y rosas mientras te miro, escanciada para no desesperar en la espera de volver a entregarme a tus brazos y, con la respiración entrecortada, sentir tu aliento en mi cuello y tus manos bajando por mi espalda…

La imagen, de Vincent Spano.


pensado por ana at 1:39 p. m. 5 han dicho

jueves, noviembre 23, 2006

Agradecimiento.


Mi constipado y yo,

en nuestro propio nombre

y en el de todos nuestros viruses,

queremos agradecer

todo el apoyo

y las muestras de preocupación

y afecto

recibidas en estos días.

pensado por ana at 12:28 p. m. 11 han dicho

sábado, noviembre 18, 2006

Vecinos.








Todo aquel que viva en un piso sabrá lo que es tener vecinos, para lo bueno y para lo malo. De lo bueno ya os hablaré otro día. De lo malo, aún enfadada, lo hago hoy.

Me considero una persona comprensiva y respetuosa. Cuando la señora del piso de arriba tenía hijos pequeños, jamás protesté por las carreras de éstos por los once metros de pasillo que tiene igual que yo, ni por los llantos de los críos en plena madrugada (cosa que mi vecina de abajo sí hizo cuando mi hija probaba sus aptitudes para la carrera desde su andador en las tardes de verano). Cuando la vecina de al lado (pared con pared, dormitorio con dormitorio) era una señora mayor y sola que elegía sus noches para oír la radio en la cama y contarle a alguien por teléfono sus penurias, conversaciones perfectamente audibles desde mi cama, no sé si por la escasez de oído de mi vecina o por la de su interlocutor, tampoco se me ocurrió llamar a su puerta o golpear su pared, mi pared, para llamarle la atención.

Pero las cosas han cambiado. Los hijos de la vecina de arriba son mayores. Uno, incluso practica, con éxito nulo, escalas imposibles de corneta apoyado en el alfeizar de la ventana, como llamando a retreta a sus amigos que juegan en el patio. Ella misma calza tacones que se clavan en mi techo a cualquier hora, del día o de la noche; y cuando tiende su colada, el ruido que hacen las poleas del tendedero asemeja, sobredimensionado, el último canto del pavo el día de nochebuena. Y tampoco he protestado.

Pero la señora del piso de al lado murió, y su casa la ocupó una familia con niñas pequeñas que tienen como principal afición levantarse muy temprano los días de fiesta y saltar en la cama de sus papis muertas de risa hasta que éstos se levantan y les preparan el desayuno. Educada como soy, sólo rezo para que esto ocurra pronto y las niñas lleven sus risas hasta la cocina, en el otro lado de la casa.

Pero me traigo una guerra particular con esta familia. Parece que los demás, yo, tenemos la obligación de soportar sus ruidos, pero ellos no quieren oír ni una mosca que no les pertenezca. Ya me han tocado dos veces a la pared. En pleno día. Por eso, esta mañana, cuando han tenido la deferencia de despertarme a base de reggeaton, viendo que ya no iba a volver a dormirme, me he levantado, he cogido la radio-cd de mi hija y, viendo que les gusta tanto la música, les he puesto, en especial para ellos y bien pegados los altavoces a la pared, y con el volumen a diez, Los cuentos de Hoffmann, de Offenbach. Aquí os dejo una de las partes más suaves, que a más de uno sonará. Eso sí, al salir de la habitación, he tenido que cerrar la puerta, que no era capaz de oír ni lo que pensaba.


La imagen, El grito, de Diego Manuel.


pensado por ana at 3:34 p. m. 10 han dicho

martes, noviembre 14, 2006

¿Quieres?








Quiero sol para estar al sol y no encerrada entre estas cuatro paredes.

Quiero un día luminoso de invierno para abrigarnos hasta las orejas y salir a pasear. Y pararnos en cada esquina soleada y estirarnos como gatos, sentir el calor débil en la cara y lamernos y besarnos.

Quiero una noche estrellada de risas y copas, de calles iluminadas que retumben a nuestro paso, de plazas sin viento donde me consueles de la tiritera de la madrugada con un abrazo. Quiero trasnoches y mañanas para dormir, para escondernos bajo el edredón y jugar a los dormidos y a los despertares dulces.

Quiero tardes de estufa y sofá, en las que cualquier película sea solo el eco de nuestros besos, tardes de beber un buen vino en tus labios y contarte de cuando era niña y que tú me cuentes...

Quiero tus días de invierno, tus noches, juntarlos con los míos y quedarnos en ellos.

La imagen es Tendresse, de Claude Theberge.

pensado por ana at 9:44 p. m. 11 han dicho

viernes, noviembre 10, 2006

Tacones lejanos.

-Qué pocos tacones se ven en este ministerio –dijo el nuevo jefe de Marta-. Las mujeres no comprenden que los tacones son arquitectura ascética en el más puro estilo internacional, el juego de los volúmenes bajo los pies.

¡Ja!

La cita, de La conquista del aire, de Belén Gopegui.
El dibujo, diseño de
Manolo Blahnik.
pensado por ana at 9:48 p. m. 11 han dicho

jueves, noviembre 09, 2006

nueve de noviembre

hoy tocaban

pensado por ana at 4:55 p. m. 1 han dicho

martes, noviembre 07, 2006

Regalos.

Hace unos días me hicieron un precioso regalo: un hermoso portafolios, lleno de hojas color crema, que viene a ser el mejor complemento a otro presente recibido de las mismas manos este verano.

Para recibir este regalo, una única condición: seguir haciendo esto que estáis leyendo, seguir dibujando en esas elegantes cuartillas las historias que luego os iré contando a todos los que queráis leerlas.

Para recibirlo, yo también puse las mías: una, para mí misma, que la primera página de ese portafolios no estuviera llena de palabras manuscritas, sino de otros trazos en los que llevo empeñada hace algún tiempo. La segunda, ya la sabes. Ahora te toca a ti mover y no te valdrá ninguna excusa.

Y ya sabes lo cabezota que puedo llegar a ser...

pensado por ana at 9:15 p. m. 3 han dicho

jueves, noviembre 02, 2006

Horas.


Hay días en que las horas se me antojan

gotas de resina

que resbalan

sinuosas

surcando

la piel del árbol.

Hay otros días que son el relámpago repentino el instante fugaz el despertar sobresaltado el segundo precipitado.

Que hoy sean relámpago.

Que mañana sean más que resina.

pensado por ana at 10:30 p. m. 11 han dicho

miércoles, noviembre 01, 2006

This is not Halloween.

Uno de noviembre.

Fiesta de todos los santos.

Cuando era niña, acompañaba a mis mayores al cementerio, donde me dedicaba a perseguir gatos sin apenas darme cuenta de lo que esa visita suponía. Y me chamuscaba las pestañas en las mariposas que mi madre ponía en un altar improvisado con las fotos de los abuelos y tíos que ya habían fallecido. Supongo que criarme viendo el cementerio por cada una de las ventanas de la casa ayudó a que estas costumbres no fuesen algo macabro ni siniestro.

En Cádiz, la ciudad donde vivo, la ciudad del cachondeo, a la muerte también la tomamos con su puntito de broma. Un puntito, nada más, que los cementerios, como en cualquier lugar, aparecen en este día engalanados, con todos sus nichos limpios, y en otras épocas encalados, y con sus crisantemos honrando a todos nuestros muertos.

Pero la fiesta grande se celebra en los mercados de abastos, las «plazas», como se llaman aquí. Durante estos días, los puestos de cada uno de ellos se disfrazan, como en un Halloween patrio, y hacen mofa y befa de lo que sucede en la ciudad. Cada puesto se convierte en un diorama en el que se utiliza lo que se tiene más a mano: así podemos ver un pollo deshuesado con peluca rubia, dos besugos emulando la más alta política del país o a una berenjena peleando por su asociación de vecinos, todo ello aderezado con el olor de las castañas asadas, las garrapiñadas y los huesos de san expédito que hacen las delicias de todos los que hasta allí acuden a hacerle burla a las fechas.

pensado por ana at 8:59 p. m. 7 han dicho

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